A menudo rememoramos nuestra infancia pasando horas en la calle sin parar de jugar con nuestros amigos. No hacía falta "quedar" para encontrarnos. Simplemente bajabas a la calle y allá estaban; y si no..., los llamábamos.
Esos tiempos no volveran dado que cada vez los niños juegan menos en la calle y mucho menos en ausencia de sus padres. La causa es que para que hoy los pequeños jueguen, a menudo tenemos que "quedar" los padres y visto el estrés de nuestras vidas, jugar como antes cada vez requiere mayores trámites; ¿para qué ir a la calle teniendo tele y wii?
En piscologia evolutiva se habla de la trascendencia del desarrollo social entre los 3 y los 6 años. Se destaca la importancia de que los pequeños se relacionen con los amigos como mejor referentes para establecer sus propias identidades, mejor incluso que hermanos o conocidos. La razón es el establecimiento de un vínculo emocional que favorece especialmente la experimentación propia y empática de estados mentales y emocionales, intereses e intenciones. Ello nos lleva a un buen desarrollo social en equilibrio con el cognitivo y emocional que, si más no, es lo que todo padre desea para su hijo.
La realidad amistosa de nuestros infantes cada vez se reduce más al ámbito escolar o a ratitos limitados por los horarios que nuestro ritmo de vida les impone, volviendose tan artificial como jugar en ludotecas o chiquiparques donde la espontaneidad de la experimentación social se ve sesgada bajo las normas impuestas y por la escasez del tiempo. También podría hablar de la desventaja de jugar en lugares cerrados respecto al juego al aire libre pero esa es otra historia.
Cada vez hay más hijos únicos, cada vez más padres archiocupados, cada vez más juego dirigido. Dicen que la psicología es la profesión del futuro pero también podría ser la de facilitador de espacios de juego libre y espontáneo sin estar pendiente del reloj.
Dejemos que nuestros hijos se relacionen, que experimenten, que rian y que lloren. Siempre he pensado que es preferible dejar que dos niños se peleen -si no hay sangre- dado que sus traumas durarán cinco minutos. Después aprenderán de lo ocurrido y volverán a ser amigos. Si los sobreprotegemos, de mayores no habran aprendido a evitar peleas y cuando las tengan no será cuestión de cinco minutos.
Para redondear hablaremos de lo nuestro ya que las excursiones -además de valores, salud y diversión- permiten el juego de la ficción, competir y colaborar, pelear y resolver sus conflictos; todo ello de forma natural y durante un amplio recreo poco fiscalizado por nuestras normas. ¡Como me gustaría que nuestras actividades se volvieran más habituales!
1 comentario:
"Menos reloj"
Publicar un comentario